“El modelo de ajuste requiere disciplinar a los excluidos, callar a quienes denuncian o se manifiestan sobre las injusticias. Hay que silenciar todo aquello que pueda resultar una amenaza a ese modelo”
¿Por qué no ganó el Kirchnerismo?
Muchas veces decimos que nos critican más por nuestros aciertos más que por nuestros errores. Creo que hay algo de cierto pero no es del todo completo. Es cierto que fuimos un modelo que incomodó muchos intereses, y eso se ve en declaraciones y acciones revanchistas de funcionarios de este gobierno y sus aliados políticos.
Hay que hacer una lectura de las últimas elecciones para entender porque no pudimos ganar. Después de 12 años de gestión, de gobierno, con errores y aciertos es relativamente "natural" esperar que el electorado se sienta seducido por la idea del "cambio" sin tener profunda consideración acerca del sentido de ese cambio. La democracia republicana casi por definición es reformista, busca la alternancia.
A esto deberíamos sumar una lectura sobre el contexto regional e internacional, que le pone límites a un determinado modelo, que los poderes fácticos han tenido una injerencia inusitada a través de sus corporaciones mediáticas, del partido judicial, de la corporación financiera sobre todo el internacional, etc. No es bueno considerar los resultados electorales de un país sin tener en cuenta estos procesos globales y regionales.
Creo también que la oposición conformó una alianza, la alianza “Cambiemos”, cosa que hasta entonces no venía haciendo y que eso le permitió una mejor representación electoral.
Y creo que como espacio político tuvimos muchos errores en la construcción de la estrategia electoral, que nos desgastó mucho, y que lo más complejo fue que de alguna manera fuimos perdiendo contacto con las demandas y aspiraciones de nuestra ciudadanía. Que luego de doce años de conquistas, de ampliación de derechos, de mejoramiento de la calidad de vida, se generaron nuevas expectativas que no supimos o no pudimos interpretar. Me parece que la genuina autocrítica es aquella que no se vanagloria de lo alcanzado sino aquella que está dispuesta a replantear, a revisar, a modificar la acción política para que no pierda su capacidad transformadora de la vida. Cuando nos olvidamos o nos alejamos de esto, estamos en problemas.
A un año de la victoria de Macri… ¿cuál es tu visión de la gestión en materia de seguridad hasta el momento?
No podría hacer una consideración de la gestión en materia de seguridad sin tener en cuenta el conjunto de políticas económicas y sociales que Macri viene llevando adelante. Estamos ante un gobierno que ajusta, que atenta contra los derechos de los trabajadores y trabaja en beneficio de los sectores más concentrados. Que se está endeudando indiscriminadamente para gastos corrientes, que no logra controlar la suba indiscriminada de precios, que propicia la timba financiera antes que el sector productivo. Recordemos que este gobierno comenzó con los despidos masivos en el Estado, y que se replicaron en el sector privado.
En este escenario hay que mirar la gestión en materia de seguridad y cómo están gestionando el conflicto. Y en este punto creo que están adoptando el camino incorrecto.
Hace un tiempo presentamos en el Instituto Patria una cronología de hechos que se muestra el incremento de sucesos de violencia de los últimos meses, y que se expresan a través de acciones estatales represivas y retrocesos institucionales orientados a aumentar el control social y disminuir las libertades individuales. Estos hechos, aparentemente aislados, contribuyen a la conformación de un clima social que también encontró eco en ciudadanos violentos que han atacado en distintas circunstancias a referentes y espacios políticos con los que no se sienten identificados. Luego de 12 años de una política en la que el Estado decidió autolimitar su capacidad de accionar represivo para permitir el libre ejercicio de todos los ciudadanos del derecho de protesta y a expresarse libremente en el espacio público, se observa con preocupación los recurrentes hechos de represión a trabajadores, jubilados y a cualquier ciudadano que se exprese en contra de los intereses del gobierno. La decisión de reprimir la protesta social organizada, está acompañada por el abandono de las políticas de control democrático de las fuerzas de seguridad. De esta manera se avalan por parte del poder político los abusos sobre la ciudadanía.
Al igual que en materia de empleo, cuando el estado organiza despidos masivos y deja de controlar las políticas de promoción del trabajo habilita los despidos en el ámbito privado, en materia de seguridad las políticas de represión y falta de control tienen como contracara el incremento del ejercicio de la violencia ciudadana y política.
El modelo de ajuste requiere disciplinar a los excluidos, callar a quienes denuncian o se manifiestan sobre las injusticias. Hay que silenciar todo aquello que pueda resultar una amenaza a ese modelo.
En Seguridad los despidos a principio de año fueron importantes, y no casualmente se dieron sobre áreas que eran neurálgicas para nuestra gestión de gobierno. Por ejemplo en la Dirección de Derechos Humanos o en la Coordinación de Articulación con el ámbito judicial en materia de violencia de género. Esto ha afectado directamente tareas vinculadas a la articulación con la Justicia para el esclarecimiento de causas de lesa humanidad, políticas vinculadas a la intervención policial en causas de femicidios, acciones de capacitación en Derechos Humanos y género a agentes de las Fuerzas de Seguridad. Han terminado con la incipiente política de acompañamiento a través de la interacción de diferentes áreas del Estado y con la participación de la comunidad, de niños, niñas y adolescentes en conflicto con la ley penal para el restablecimiento de sus derechos. Han afectado directamente a las acciones destinadas a la identificación de cuerpos de las personas que estando detenidas-desaparecidas fueron asesinadas y sus cuerpos inhumados como NN a través del análisis de huellas dactilares, mecanismo que a su vez permitió identificar el cuerpo de Luciano Arruga. Todo esto ha sido modificado.
Como contracara de los despidos, un crecimiento exponencial en la nueva estructura del Ministerio de Seguridad, con 6 Secretarías y 17 Subsecretarías. No es que a priori la creación de nuevas estructuras burocráticas sea contraproducente, o un hecho negativo, en todo caso resulta contradictorio en medio de un escenario en el que se ha buscado sistemáticamente desde el discurso oficial deslegitimar el rol del Estado, reducir el “gasto público” a partir de despidos masivos y declaraciones fundamentalmente discriminatorias hacia el empleado público. Es claro que “Cambiemos” despide trabajadores por incremento de cargos ejecutivos. Entonces el Estado no se achica. En todo caso, articula a favor de otros intereses y otros actores, a favor de los CEOS que necesitan de burocracias estatales para seguir incrementando sus ganancias.
Y algo que hasta la Presidenta ha señalado como una constante que es el show mediático, la exacerbación, las presentaciones rimbombantes, hay mucha cáscara y poca profundidad.
¿Cuáles crees que fueron los aciertos y las deudas que dejó tu paso al frente de la cartera de seguridad?
Sin hacer un diagnóstico o análisis exhaustivo creo que algo sobre lo que hemos trabajado mucho en mi paso por el Ministerio, tanto como Subsecretaria como Ministra han sido en la articulación federal del sistema de seguridad desde una perspectiva democrática en todo el país a través del Consejo de Seguridad Interior, y el trabajo en materia de prevención del delito y participación ciudadana.
Por ejemplo, la creación del Cuerpo de Prevención Barrial, el trabajo casi artesanal que implicó nos permitió comprender a todos, vecinos, fuerzas de seguridad, funcionarios, la importante de que las fuerzas de seguridad tengan un fuerte enraizamiento comunitario. Esta proximidad no está exenta de complejidades. Pensar la seguridad con los vecinos, caminar las 24 horas territorios que hasta hace no mucho estaban abandonados por las intervenciones estatales, estar disponibles en la calle y no sólo en las comisarías o destacamentos, implicó asumir otros desafíos. ¿Cómo trabajamos con los jóvenes que no están cometiendo delitos pero están en situación de vulnerabilidad socio penal? ¿Cómo se actúa en los conflictos que todavía no constituyen contravenciones o delitos? ¿Cómo se contiene la bronca de la gente ante un delito al tiempo que se respeta los derechos de quienes están siendo detenidos?
Esto nos fue llevando a crear respuestas o resortes dentro del Ministerio para que estos problemas que se plantean tengan un lugar donde revisarse, donde volver a pensar, donde aprender nuevas técnicas y tecnologías para actuar mejor.
La capacitación para todos y la preponderancia que se le dimos a los estudios terciarios y universitarios de las fuerzas fue un acierto digno de mencionar. Las policías científicas nunca habían estado tan profesionalizadas. Esto acompañada de una inversión tecnológica sin precedentes.
Decía también la articulación federal. Si hubo algo a lo que le dedicamos tiempo, recursos y cabeza fue al fortalecimiento del Consejo Federal de Seguridad Interior. Le dimos dinamismo, tuvimos presencia en todo el país, en diferentes provincias, trabajamos con municipios, articulamos con las fuerzas federales, y fuerzas provinciales. Propusimos protocolos de acción, distribuimos recursos financieros, logísticos y humanos. Fue un proceso sumamente positivo al que por supuesto le faltó tiempo, aspectos en los cuales profundizar como por ejemplo llevar adelante esquemas de participación ciudadana en todo el país, o avanzar en reformas de las policías provinciales.
Estamos convencidos que pudimos avanzar mucho. Y que cierto es también que nos faltó un camino muy largo por recorrer. Por eso deberemos seguir discutiendo cómo profundizar los mecanismos de control político y ciudadano, cómo trabajar con fuerzas de seguridad que inercialmente tienden al autogobierno, cómo profundizar en la formación y acción policial en un uso progresivo y racional de la fuerza. Esto implica una reforma más profunda de las fuerzas. De lo que estamos convencidos es que podemos pensar en una seguridad por fuera de los parámetros democráticos.
El Kirchnerismo supo obtener conquistas y consensos en aspectos claves de la agenda progresista (matrimonio igualitario, juicio a los represores, Ley de protección a la mujer, etc)… ¿por qué costó tanto en materia de seguridad?
No creo que el kirchnerismo no haya tenido conquistas en materia de seguridad.
De todas maneras esta pregunta me recuerda muchas de las reflexiones o discusiones que hemos tenido y seguimos teniendo en diferentes espacios, con militantes, con vecinos, con compañeros, con dirigentes políticos y sociales. Siempre fue más sencillo para muchos de los que compartimos este mismo espacio político decir qué no es democrático, pero bastante más complicado era darle sentido democrático a la seguridad. La discusión se vuelve más incómoda para quienes tuvimos la responsabilidad de conducir las fuerzas, donde, además, cualquier tipo de comentario "tribunero", o en ocasiones demagógico, siempre carece de sentido.
Para ser más clara, cuando se gestiona es necesario saber qué nos proponemos, cuáles son nuestros objetivos, hacia dónde vamos. Y las respuestas no pueden empezar con una negación. Nuestro propósito fue construir fuerzas policiales y de seguridad democráticas.
Desde este lugar, pudieron costar más algunos consensos. Pero nosotros pudimos pasar de un acuerdo de seguridad democrática, al ejercicio, a la gestión de políticas de seguridad democrática. No sin errores, no sin problemas, pero con la firme decisión política de andar ese camino. Con mayor firmeza con la creación del Ministerio en diciembre de 2010.
Creo que nos pusimos desafíos y nos hicimos preguntas que ningún otro gobierno se ha hecho. Nos hemos metido en los debates espinosos y hemos tomado posición. Creo que estábamos en un momento bisagra, donde pasamos de denunciar y sancionar el accionar represivo o delictivo de las fuerzas de seguridad, a construir, a exigir un modo de actuar que resguarde derechos. Pero esto requiere de un debate plural, amplio, en esto tenemos que involucrarnos todos. Si no hay denunciantes los hechos de violencia no se pueden juzgar ni sancionar. Y si no nos comprometemos en construir entre todos una seguridad democrática siempre estaremos lejos de estar satisfechos con nuestras fuerzas de seguridad. Esto me parece que tiene que ser el punto central de búsqueda de conquistas y consensos en nuestro espacio político y en la ciudadanía en su conjunto. El momento de sólo separar de las fuerzas a los que hacen un uso inadecuado o directamente delictivo del poder que les ha conferido el Estado, no ha alcanzado. Tenemos que denunciar, sancionar y construir. Y necesitamos de las organizaciones de la sociedad civil –los organismos de derechos humanos, las organizaciones sociales de los barrios, los partidos políticos– para pensar juntos y llevar adelante esta construcción compleja pero imprescindible.
La Policia local que salió con Scioli prometía tener una dinámica distinta, una policía de acercamiento más que de ocupación, hoy por hoy ¿cómo ves su funcionamiento?
La policía local es una buena alternativa, que como todo lleva un tiempo, un proceso, que debe ser continuado, profundizado, y por supuesto mejorado.
Podemos coincidir en un diagnóstico acerca de las falencias de su funcionamiento o formación, pero eso no significa en absoluto propender a su desaparición.
Nosotros trabajamos, nos contactamos con diferentes Municipios que se han puesto al hombro el funcionamiento de la Policía Local, lo que ha mostrado que cuando hay una política, una gestión, una perspectiva de proximidad en el trabajo con este personal se llegan a mejores resultados. Uno de los ejemplos más claro es Avellaneda. También otros Municipios vienen llevando adelante prácticas interesantes, que muestran las tensiones del trabajo de control operativo de una fuerza recién conformada, con las resistencias que genera muchas veces. Hace no mucho tiempo, luego de una investigación que realizara la justicia y en la que las autoridades políticas se pusieron a disposición se llegó a la detención de una banda involucrada en una causa de drogas y armas en la que estaba implicada dos integrantes de la Policía Local. Y estos operativos fueron llevados a cabo por los Jefes locales de la Policía. Lo que te habla de una decisión política de ir contra las mafias y el crimen organizado.
El peligro que me parece podemos estar teniendo es denostar la iniciativa por no buscar caminos alternativas para mejorarla. Es claro que la Provincia de Buenos Aires necesita de una reforma más profunda, pero no se puede eliminar cualquier intento de transformación que se pretenda por más marginal que parezca, porque así se contribuye a dejar todo como está.
La gestión de la seguridad durante el Kirchernismo pareció osciliar entre un control político a las fuerzas de seguridad en primer lugar, posteriormennte un intento por dominar el territorio y por último un vuelco discursivo de tinte conservador encabezado por Sergio Berni… ¿Coincidís con esta mirada?
El control político de las fuerzas no es un atributo que se detenta y se mantiene estático. Es una relación. Y como relación es siempre tensional, cambiante en sus formas y contenidos. Desde que asumió Néstor, con la secretaria de seguridad interior y luego en 2010 con la creación del Ministerio, siempre se llevaron adelante iniciativas de conducción política, aquellos necesarios en los diferentes momentos de la gestión.
Siempre existió el control político, pero su contenido fue variando. Y es imposible no entender que eso sucede así. Sería iluso, hasta omnipotente creer que se detenta el control. Más en instituciones que tienen una larga histo
ia de autogobierno y autonomía.
Lo que sí hubo fue un primer momento sumamente necesario de ordenamiento de las fuerzas, de fijar parámetros de control en los ascensos, en los sumarios administrativos, en los retiros o cesantías, en los contenidos de la formación y capacitación, en una clara decisión política de poner límites a la autonomía y de incorporar las fuerzas en un proyecto de país. Y esto tenía que tener y mostrar resultados en el accionar operativo de las fuerzas. Creo que Sergio viene a proponer eso. Con una fuerte presencia territorial, de él, de sus equipos, que además veníamos con la experiencia del trabajo en emergencias, en Desarrollo Social, y eso le daba otro rasgo distintivo a su gestión.
Más allá de lo discursivo y de la presencia mediática, creo que lo que hay que mirar es cómo se llevó adelante una política de seguridad integral. Recordemos que cuando llegamos al Ministerio de Seguridad, Sergio como Secretario y yo como Subsecretaria, Alicia Kirchner re impulsaba el Plan Ahí, un plan de abordaje territorial interministerial, en los territorios más vulnerables de la Ciudad y del Conurbano. Y desde esta política éramos convocados a trabajar en el territorio, llevando adelante la experiencia del Cuerpo de Prevención Barrial en el caso de capital, pero también el trabajo con fuerzas federales en el Operativo Centinela. Tanto nuestros equipos como las fuerzas federales se encontraron con un nuevo esquema de abordaje, que nos obligaba al diálogo, a la articulación y también al control. Y la presencia territorial de las fuerzas no era dominación, porque eso se produce cuando no se trabaja en otros aspectos desde una perspectiva de derechos. No es lo mismo que la Policía actúe sola ante una situación de conflicto con los pibes que están consumiendo en la esquina, a que sepa que cuenta con un promotor de salud, con un trabajador social en el territorio para trabajar. En el primer caso, la respuesta sería la criminalización, la represión. En el segundo, claramente la inclusión.
¿Dónde te va a encontrar la política en 2017?
Trabajando por la recuperación de un proyecto que quiso una Argentina justa, inclusiva y solidaria, esa Argentina que supimos construir y que durante estos últimos 12 años volvió con fuerza, y se nos hizo posible y real, y que hoy se resiste a ser silenciada por un gobierno que quiere imponer su proyecto para pocos.